Manolo Del Castillo: “Todos los paisajes del mundo están en el Perú”

Viaja por todo el Perú, pero a Manolo Del Castillo le apasionan las montañas que están sobre los cuatro mil metros. El origen de esta pasión está en su padre y en su abuelo, dos pioneros del andinismo peruano. 


“Empecé haciendo prensa televisiva. Cuando pasé a TV Perú hice notas sobre algunas provincias y me fui perfilando como un 'especialista’ en estos temas. Entonces, Julián Cortez tuvo la idea de hacer Reportaje al Perú. Nos juntó a un grupo de gente que trabajaba en el canal y nos hizo la propuesta. De ese grupo, solo quedo yo”. 

Manolo del Catillo nos habla del origen de Reportaje al Perú, un excelente programa que transmite TV Perú.

¿Por qué es bacán viajar?

Porque se rompe con la rutina, algo que es necesario hasta para ordenar nuestras ideas.

¿Qué relación busca con la gente?

Siempre le hablo como si fuese nuestra amiga. Buscamos que los televidentes sientan que ellos pueden divertirse como yo lo estoy haciendo. En un viaje normal uno se ríe con sus amigos, de sí mismo; uno tiene accidentes, se sorprende, se equivoca, se pierde. Nosotros mostramos cosas así porque queremos que la gente sienta que pudo hacer el viaje.

Si tuvieras que catalogar Reportaje al Perú ¿Qué dirías?


Que cada episodio no es un documental, es una crónica vivencial, mostrada con un tratamiento visual ágil y dinámico, es la cámara de una viajero más, con todas las cosas que ocurren en un viaje, invitamos a los televidentes se sientan orgullosos de vivir en esta maravillosa tierra de mil destinos, de una gran biodiversidad, de aventuras, de historia, sabores y colores.


¿Alguna vez se ha olvidado que hay una cámara grabándolo?

Muchas veces, es la naturalidad que buscamos. Por ejemplo, me meto a caminar por un río y me olvido que el camarógrafo tiene que seguirme y cuidar los equipos. Nosotros siempre buscamos los caminos más difíciles, porque sentimos a cada viaje como un descubrimiento. Nuestro lema es “hay que salirnos del camino para encontrar lo interesante”.



¿Ha vivido situaciones trágicas?

Tengo una cicatriz que va de mi pecho hasta… abajo (ríe). Una vez, por la Panamericana Norte, nos chocamos contra un tráiler. Casi nos morimos. Me perdí el tono de cambio de milenio. 

En otro viaje, en la Cordillera de la Viuda, un caballo me pateó y me rompió una pierna. No sentía mi pie, me dije “ya me cagué”. Bajar desde esa altura fue un drama, felizmente no hubo nada expuesto y me recuperé. Yo soy un buen jinete, un amigo de los caballos, pero uno se pelea con sus patas, ¿no? (ríe).

Imagino que también ha pasado situaciones divertidas... 

Lo del caballo fue divertido (ríe). En la selva me salvé de una estampida de huanganas, que son una especie de cerdos salvajes. Cuando vas a la selva, siempre te advierten que si escuchas que vienen las huanganas subas al toque a un árbol. El guía nos dijo 'huanganas’, subimos a los árboles y, en efecto, pasaron como una jauría salvaje. Cuando se fueron, nos dimos cuenta de que teníamos, como en La pasión de Cristo, el cuerpo lleno de las inmensas espinas que cubrían los árboles a los que nos habíamos trepado (ríe).


¿Por qué haces el programa?

Para sentirme vivo. Viajando siento para qué tengo piernas, brazos, olfato, gusto, vista. En Lima estoy porque tengo que estar, me gusta, nací acá, pero no me siento vivo.

¿Porqué es bacán viajar en el Perú?

Porque es verdad que somos un país afortunado: todos los escenarios, los paisajes del mundo están en el Perú, y a la mano, sin que uno tenga que pagar millonadas. 

Si queremos nieve, no tenemos que ir ni al Himalaya ni a la Patagonia, solo falta ir a la Carretera Central. Volando una hora, uno ha cambiado de escenario, de mundo. Tenemos suerte. Nos sobran naturaleza, recursos, cultura, y aún nos queda un montón por descubrir. Además, la gente es muy generosa, nunca te va a negar un vasito de chicha o un platito de comida.

En 10 años aún no has mostrado todo el Perú…


No para nada, aún tenemos ‘chamba’ para rato, porque es una suerte vivir en el Perú, que tiene escenarios por montones y no hay viaje en que dejemos de sorprendernos, así sea la segunda o tercera visita. Hay gente que nos dice: Ya te conocerás todo el Perú, pero la respuesta es siempre la misma: No, porque necesitaríamos varias vidas para llegar a todos los rincones de nuestra patria.