La naturaleza, el mestizaje, el nacionalismo y el crecimiento económico se habrían conjugado perfectamente en el momento ideal, explica Rolando Arellano, doctor en Márketing.
(Foto: Leslie Searles / Archivo El Comercio)
El fenómeno de nuestra gastronomía, representado hoy en Mistura, sorprende a todos los peruanos. Pero, ¿se trata de un fenómeno explosivo, surgido inesperadamente? No, el movimiento culinario peruano tiene raíces y razones que no podemos ignorar para entender mejor su receta.
Los peruanos vimos que nuestro tacu tacu o nuestro lomo saltado nunca nos habían fallado. La comida se convirtió entonces en símbolo de lo bueno que tenemos. A esa variedad mezclada se le añade un condimento, más reciente, llamado nacionalismo.
Pero esta variedad no serviría de mucho si está aislada. Felizmente el siguiente ingrediente de nuestra gastronomía fue el mestizaje peruano. No el mestizaje español-inca del que habla Garcilaso de la Vega, sino el que se empieza a dar en Lima y en las grandes ciudades hace unos 50 años, con las grandes migraciones. Allí se juntan el tacacho y la cocona de la selva con el charqui y la papa serranos; y el pescado y el arroz costeños, dando origen a esas fusiones que hoy nos sorprenden.
Rolando Arellano
Presidente del Directorio de Arellano Marketing
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