Un pequeño reflejo del sol atraviesa el mar y la arena,
toca mi rostro mientras siento la brisa del mar en mi ser golpeando al mismo tiempo que las olas de mi corazón.
Los atardeceres en Huanchaco son un cúmulo de sentimientos
que transformo en una mirada fija con una silenciosa camara,
son aquellas tardes que nunca podré olvidar por el
inmenso calor que siempre acogió mi ser.
Texto y Fotografía
Diego A. Yrivarren Valverde