El confesor se confiesa

“Llevo 16 años viviendo aquí y pienso que los trujillanos son muy buenos siempre me han acogido muy bien en los años que he trabajado en el Hospital Belén de Trujillo”


Su nombre lo predestinó a ser un hombre de fe, nacido en Verona – Italia, lleva toda una vida dedicada a Cristo, ayudando a los demás en los hospitales Belén y Regional.
El padre Cristiano Erezo Inazio, confesor de muchos en la Catedral de Trujillo, nos cuenta cómo ha sido su vida hasta hoy.

Es casi el mediodía y el sacerdote italiano Cristiano Erezo Inaziose encuentra en uno de los confesionarios de la Basílica Catedral de Trujillo, ubicada en una de las esquinas de La Plaza de Armas, se encuentra sentado a la espera de algún fiel o devoto presto a confiar su vida, sus pecados y demás prejuicios a este hombre dedicado a su fe y que nos permite reencontrarnos con Dios.

“Llevo casi 60 años de vida en Cristo, 40 de ellos en el Perú y 16 en la ciudad de Trujillo”, confiesa.

Pertenece a la Orden de los Ministros de los Enfermos o, como se le conoce mayormente, como los “Religiosos Camilos”, fundada por San Camilo de Renis.

“Mi vocación es ayudar a los demás y acercarlos a Dios”, recuerda el padre Cristiano, el cual junto a su orden religiosa se encuentran presentes en el Hospital Belén y en el Hospital Regional en Trujillo apoyando en los momentos difíciles a los familiares allí presentes y demás personas que buscan un apoyo espiritual que los acerque a entender sus problemas que atraviesan en esos momentos.

Se nota que su acento masticado del español no es por la edad que tiene, casi 80 años. Entonces surgió la pregunta básica

¿Padre donde vivió usted en su infancia?
“Naci en Italia, en la provincia de Verona y viví en la región de Venetto de La Lombardía, fundamentalmente en estas dos regiones y nada más, de forma estable”, responde.

Mientras conversamos le consulto sobre sus recuerdos de infancia con la familia, quizás los cariños de la familia o de la “nona”, como cariñosamente se le dice a la abuela en Italia, se vuelve hacia él mismo, por un momento silencioso y pensativo, mientras se coge la cabeza, recoge la mirada y recuerda con nostalgia por unos momentos antes de responderme.


“Yo tengo muchos recuerdos y todos son muy lindos de mi infancia, mi nona, la he conocido como una persona amante de su familia, preocupada por sus hijos, y que se daba de lleno a sus nietos como la esperanza del futuro de su familia”, rememora con mucha nostalgia el sacerdote nacido en Verona.
Los italianos, como se sabe, son de muy buen diente y el Padre Cristiano no podía ser la excepción.

En Italia una comida muy característica, que le gusta mucho y que se hace en Verona es el “panetone” que tiene otro nombre en su lugar natal que es el “Pandoro” o en español el “Pan de Oro”. “Es más suave ya que se le echa varias pomadas de azúcar”, recalca, entonces, “yo me solía comer muchos”, rememora con una sonrisa.

En su estadía en Trujillo también ha probado todo tipo de comida y todas le han gustado, como por ejemplo la papa rellena, el ceviche y el cabrito.
Sobre la famosa sopa teóloga que se prepara en Moche comentó que “quizás si alguna vez cuando he ido a Moche, pero no recuerdo bien si la he probado”.


En su comunidad religiosa, a la cual pertenece en el Perú, solamente hay 4 sacerdotes italianos, con los que recuerdan sus años en Italia y Roma, puesto que todos los demás son peruanos, pero todos tiene una esperanza muy grande en el futuro de su orden, de su congregación aquí en el Perú.

A pesar de la edad desea quedarse en Trujillo realizando sus labores hacia los demás. 
“En estos momentos yo no estoy pensando en el llamado de Dios, solo Él sabe cuando nos llamara, no estoy pensando en regresar definitivamente a Italia, yo espero poder continuar aquí y seguir dando el apoyo que vengo realizando dentro de mis posibilidades”, asegura.

Sobre la ciudad y sus bondades, le gusta la parte antigua de Trujillo ya que ofrece una imagen hermosa de la ciudad, también admira mucho la época de los moches, ha visitado la Huaca del sol y de la luna, así como también ha estado en Chan-Chan y otras ruinas de la cultura Moche.

Durante su largo recorrido por nuestra ciudad, en la cual lleva ya 16 años viviendo aquí, al menos no tiene ningún mal concepto sobre la gente de nuestra ciudad. 

“Son muy buenos y siempre me han acogido de muy buena forma y siempre me han apoyado en los años que vengo ayudando en el hospital belén el apoyo de la gente es importante y aun me la siguen dando en este momento”, finaliza el padre. 


Nos despedimos con mucho gusto por algunas palabras en italiano que compartimos, al retirarme y agradecerle, nos despedimos con un efusivo “Arrivederci”.