¿Quién no ha oído en alguna ocasión las expresiones biodiversidad o diversidad biológica?
Las publicaciones especializadas las usan continuamente. Los ecologistas, por su parte, denuncian la pérdida de biodiversidad causada por las actividades industriales o las urbanizaciones.
La difusión mundial del término biodiversidad, desde la publicación en 1988 de la obra de O. Wilson Biodiversity, se debe, quizá, a que utilizando una única palabra podemos referirnos a todo lo que contribuye a la asombrosa diversidad de la vida.
Cuando se habla de biodiversidad en seguida pensamos en las selvas tropicales, lo cual no es de extrañar, dada la impresionante concentración de especies que puede encontrarse en ellas.
En Panamá, por ejemplo, se han inventariado más de 150 especies de plantas leñosas (árboles y arbustos) en apenas 1.000 m2 de bosque.
En Costa Rica, en tan solo 100 m2 se han identificado 236 especies diferentes de plantas vasculares. Lo que quizá sorprenderá al lector será saber que no es necesario ir tan lejos para encontrarse rodeado de una exuberante biodiversidad.
Más que biodiversidad, el ecólogo israelí Zev Naveh prefiere hablar de ecodiversidad, al expresar mejor este término sobre la diversidad biológica que resulta de la interacción de tres factores: las actividades humanas, la heterogeneidad del ambiente y la propia diversidad biológica.
Uno de los principales retos es el de determinar la relación entre la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas. Este enfoque interdisciplinar es necesario para desarrollar estrategias para la conservación de la biodiversidad de la Tierra.
La Ecodiversidad es la variedad integral del paisaje, tomando en cuenta la diversidad biológica o biodiversidad, así como la diversidad del medio físico y la diversidad cultural y étnica.
La Ecodiversidad es la variedad integral del paisaje, tomando en cuenta la diversidad biológica o biodiversidad, así como la diversidad del medio físico y la diversidad cultural y étnica.
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